
Repeat en la cocó, son las doce y se fue la mañana. Los violinistas de la plaza Aníbal Pinto necesitan práctica. Todos se conocen, los que protestan contra los que protegen. Los peces de la pileta han nacido espontáneamente por deseo y monedas de a peso porteñas. No uso botas para el lustrador, no alimento vagamundos, ni la cultura popular y espacios públicos. Una que otra paloma corta el aire mientras la estática de los trolley generan una tormenta eléctrica atómica. No ha llegado. La cinética de la gente se entremezcla con el agua, los cerros y ese olor a tabaco francés de los europeos que caminan bajo cero a nivel del mal. Te quiero aunque no hice nada. Y lovesong para el kiltro enfermo y el chico bonito. Y lovesong otra vez para mi que no te he visto venir. Y yo me pierdo en el tatuaje de pez que deseo detrás de mi oreja. Ya es tarde, algunos me conocen hace tres canciones en escala de piedra musical.
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